El líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, concluyó su visita de seis días a Rusia, la cual generó preocupación en Occidente y planteó preguntas sobre la posible colaboración militar entre ambos países. Durante su viaje, Kim mantuvo conversaciones con el presidente ruso, Vladimir Putin, y fue recibido con gran ceremonialismo.
Uno de los aspectos destacados de su partida fue el recibimiento de obsequios por parte de las autoridades rusas. El gobernador de la región rusa de Primorie, en el extremo oriental del país, le regaló un chaleco antibalas avanzado que brinda protección en áreas clave del cuerpo y es más ligero que los modelos tradicionales. Además, Kim recibió un conjunto de drones, incluyendo cinco drones kamikaze y un dron de reconocimiento tipo avión Geranium-25. También se le otorgó un conjunto de ropa especial que es invisible a las cámaras de imagen térmica.
La visita de Kim Jong Un tuvo un fuerte enfoque en temas militares, con el líder norcoreano visitando instalaciones militares rusas, plantas de aviación y participando en actividades relacionadas con la defensa. Se informa que Kim expresó su apoyo a Rusia y describió las conversaciones con Putin como «muy sustanciales». Aunque se mencionó que las negociaciones sobre armamento estaban en curso, no se han anunciado públicamente acuerdos concretos.
La visita de Kim Jong Un a Rusia generó preocupación en Corea del Sur, Japón, Ucrania, Estados Unidos y países europeos, ya que planteó incertidumbres sobre el alcance de la colaboración entre Corea del Norte y Rusia, especialmente en un momento en el que la situación internacional es delicada.
El viaje de Kim Jong Un a Rusia es un recordatorio de la complejidad de las relaciones internacionales en la región y la importancia de seguir de cerca los desarrollos en el ámbito diplomático y militar en Asia Oriental.