La semana pasada se intensificaron los ataques de varios congresistas estadounidenses y otros actores relevantes en contra de AMLO y el gobierno que encabeza. El camino y tono que está tomando la relación es preocupante.
Lo primero que hay que aclarar es que por más que AMLO se esfuerza en presentar el problema como una estrategia en contra de México, en realidad las críticas son en contra de él y su gobierno por la “gestión” omisa de varios problemas que afectan a los estadounidenses, en particular el abandono y descuido de la frontera común y el tránsito de drogas ilícitas como el fentanilo, que se suman a los reclamos por su política energética o violaciones al T-MEC.
AMLO en un estilo incomprensible que se subordina de más a Donald Trump en los inicios de su sexenio y que en su ocaso, se sube al ring a tirar golpes sin ton ni son ante los dichos de congresistas relativamente menores como el republicano Dan Crenshaw representante por Texas, está llevando el tema de la relación México-Estados Unidos a terrenos que pueden ser perjudiciales para los dos países, pero mucho más para México.
El problema es que las respuestas del presidente mexicano provocan que actores más relevantes se sumen a las críticas generando un ambiente francamente hostil y una opinión pública contraria en Estados Unidos. La preocupación por México crece y ya no son voces aisladas ni menores.
En apenas unos días, han aparecido editoriales muy duros en contra de AMLO en los principales diarios como The Washington Post, The New York Times, Chicago Tribune o las principales cadenas de televisión como CNN, críticas de precandidatos presidenciales como Ted Cruz o Mike Pompeo y de congresistas mucho más trascendentes que Crenshaw como el demócrata Bob Menendez quien preside el comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense. Mientras casi nadie conoce a Crenshaw, a Bob Menendez, el presidente Biden le tomaría la llamada el mismo día.