El tifón más poderoso que golpeaba Corea del Sur en años castigó su región sureña el martes y descargó un metro (3 pies) de lluvia, además de destruir carreteras y derribar tendidos eléctricos. Sin embargo, la cifra de tres muertos podría haber sido mayor de no ser por los preparativos y cierres de escuelas, según las autoridades.
También la población estaba más concienciada sobre la tormenta y sus riesgos. El tifón Hinnamnor tocó tierra apenas unas semanas después de que la capital, Seúl, y las regiones circundantes recibieran intensos chubascos que generaron inundaciones repentinas y derivaron en la muerte de 14 personas.
El gobierno alertó a la población durante días conforme se acercaba el meteoro, y advirtió sobre la posibilidad de unos daños históricos al tiempo que tomaba medidas para salvar vidas.
Tras rozar la isla turística de Jeju y golpear el territorio continental cerca de la ciudad portuaria de Busan, Hinnamnor se debilitó al llegar a las aguas entre la Península de Corea y Japón.
El tifón estaba en mar abierto 280 kilómetros (173 millas) al nordeste de la isla de Ulleung, con vientos que habían remitido hasta los 115 kilómetros (71 millas) por hora el martes por la tarde, según la agencia sur-coreana de meteorología. Se esperaba que bajará de categoría a ciclón tropical durante la noche, mientras viajaba al nordeste entre Rusia y la isla de Hokkaido, en el norte de Japón.
Tras rozar la isla turística de Jeju y golpear el territorio continental cerca de la ciudad portuaria de Busan, Hinnamnor se debilitó al llegar a las aguas entre la Península de Corea y Japón.
Los daños, más graves estaban en la ciudad sureña de Pohang, donde se encontraron dos muertos y al menos otras siete personas estaban desaparecidas después de que la tormenta anegara edificios y carreteras, provocara aludes de tierra e inundara un centro comercial.
Había autos dañados por la tormenta, con las ventanas reventadas o el maletero abierto, repartidos por las calles como trozos de basura. Se desplegaron tropas para asistir con los esfuerzos de rescate y recuperación, que manejaban vehículos blindados por calles convertidas en ríos de color chocolate.
El Ministerio de Seguridad indicó que 3.200 de las más de 4.500 personas que se vieron obligadas a evacuar sus casas habían regresado a sus hogares para el martes por la tarde. Casi 80 edificios quedaron inundados o destruidos, y decenas de carreteras, puentes e instalaciones estaban dañados.
Más de 600 escuelas en todo el país fueron cerradas o pasaron a impartir clases en línea. Más de 250 vuelos y 70 servicios de transbordadores permanecieron inactivos y más de 66.000 botes de pesca echaron anclas en puertos. Hasta las 6 de la mañana los trabajadores habían logrado restaurar el servicio eléctrico a 78.890 de las 89.180 viviendas que sufrieron apagones.