Por Dayana Mendizabal
La víspera del 5 de enero es una fecha cargada de emoción para los corazones infantiles que sueñan con la llegada de los Reyes Magos de Oriente, portadores de los regalos tan esperados. Sin embargo, pocos conocen el verdadero origen de esta tradición arraigada en la cultura cristiana.
La única referencia bíblica a los «magos» se encuentra en el Evangelio de San Mateo, que menciona a unos sabios llegados de Oriente, guiados por una estrella, para adorar al recién nacido rey de los judíos. No se especifica su número ni sus nombres, y el término «mago» se interpreta como astrólogo, sabios capaces de predecir eventos mediante la lectura de las estrellas.
Los nombres Melchor, Gaspar y Baltasar surgieron más tarde, en el siglo VI, en un mosaico de la basílica de San Apolinar el Nuevo en Ravena, Italia. Estos «reyes magos» representaban la diversidad étnica, ya que se decía que provenían de diferentes regiones del mundo.
La festividad de los Reyes Magos está llena de tradiciones, como la Cabalgata del 5 de enero, donde los magos desfilan en carrozas repartiendo caramelos y recogiendo las cartas de los niños. La costumbre de dejar los zapatos en el balcón para recibir dulces tiene sus raíces en una leyenda donde dos niños intentaron regalarle zapatos limpios al niño Jesús, siendo recompensados con dulces por su bondad.
Aunque la festividad ha evolucionado con el tiempo, la esencia de la celebración sigue siendo transmitir la generosidad y la alegría, recordando la visita de los magos al niño Jesús. Más allá de los regalos, la tradición de los Reyes Magos es un recordatorio de la importancia de la bondad y la solidaridad en la temporada navideña.