En un esperado enfrentamiento en el debate presidencial argentino por la segunda vuelta, celebrado el 12 de noviembre, el candidato Javier Milei experimentó un desafío inesperado frente a Sergio Massa. Aunque se anticipaba como un momento crucial para desempatar el empate técnico entre los candidatos, Milei se vio a la defensiva, incapaz de abordar temas clave como la inflación, dejando espacio para que Massa desplegara habilidades políticas y experiencia.
Con un destacado rating acumulado de 48.5 puntos, el debate se convirtió en uno de los eventos políticos más seguidos, solo superado por los juegos de Argentina en el Mundial de Qatar. Sin embargo, Milei no logró capitalizar la oportunidad de confrontar al ministro de Economía sobre la alta inflación, las reservas negativas y la elevada deuda pública.
Massa, mostrándose como un político preparado y tolerante, interrogó a Milei sobre temas económicos, invirtiendo el papel esperado. El candidato libertario mostró un notorio desconocimiento sobre asuntos gubernamentales, y su respuesta a preguntas sobre rupturas comerciales con Brasil y China careció de solidez.
El momento más tenso se dio cuando Massa recordó que Patricia Bullrich, aliada de Milei, lo había invitado a hacerse un examen psiquiátrico. Milei, aunque intentó desviar la atención, se vio afectado, incluso admitiendo haber tenido errores.
En el cierre, Milei intentó recuperarse al cuestionar a los argentinos sobre el camino que quieren seguir, acusando a Massa de formar parte de una «casta de ladrones». Massa respondió desafiante, sugiriendo acompañar a Milei al juzgado si tenía pruebas de corrupción.
El debate, que prometía ser un punto de inflexión, dejó a Milei en una posición desfavorable, mostrando debilidades en conocimiento y seguridad, mientras Massa se presentó como un político experimentado y convincente. La contienda, según Massa, no es entre pasado y futuro, sino «vos o yo», señalando un posible cambio en el panorama político argentino.
