Existe algo de confusión con respecto a la altura del Everest. Es completamente cierto que su pico es el punto más alto del planeta al extenderse varios metros sobre el nivel del mar, pero no es la montaña más grande ni la más alta de todas, si se considera que hay otras de mayor amplitud e incluso más altas por debajo del nivel del mar. El Mauna Kea, por ejemplo, es una montaña volcánica que mide más de 10,000 metros de altura desde su base, ubicada en el lecho marino.
La montaña del Everest forma parte de la cordillera del Himalaya, situada en el sureste asiático, entre el subcontinente indio y el resto de Asia. Asentada sobre Nepal y el Tíbet (China), se eleva a 8,848-8,850 metros sobre el nivel del mar y su complejo cubre un área de aproximadamente 594,400 km2. Exhibe una forma semejante a la de una pirámide de tres caras. Debido a su altura, el aire de las partes superiores carece de oxígeno y la zona es azotada por fuertes vientos en medio de un clima helado.
Su cumbre o cima consiste en nieve durísima rodeada de otra capa de nieve que puede reducirse o aumentar. Es un poco más alta en septiembre y en mayo su altura disminuye ligeramente. La temperatura varía con las temporadas; en enero puede llegar a -36 ºC mientras que en julio, en pleno verano, alcanza alrededor de -19 ºC. La temporada del monzón, que abarca de junio a septiembre, produce intensas tormentas con vientos de hasta 285 km/h. Por otra parte, ahí la presión atmosférica es un 30 por ciento de la que se encuentra al nivel del mar.
Unos metros más abajo de la cumbre se encuentra la “zona de la muerte”, llamada así porque la falta de oxígeno y las bajísimas temperaturas han causado varias muertes de alpinistas. A medida que la altitud se reduce, la temperatura aumenta y la capa de nieve y hielo se torna más delgada hasta que se vislumbra mejor la roca de la montaña.