Por Dayana Mendizabal
Los loros, con más de 350 especies en su orden, destacan como aves fascinantes y diversas. Comprendiendo desde majestuosos guacamayos hasta encantadores loritos y cacatúas, comparten rasgos distintivos que los unen en este amplio grupo.
Su identidad única se revela en picos curvos y una huella zigodáctila, con cuatro dedos en cada pie, dos dirigidos hacia adelante y dos hacia atrás. Desde climas cálidos en todo el mundo, su máxima diversidad se despliega en regiones como Australasia, América Central y América del Sur.
La popularidad de los loros como mascotas es innegable. Guacamayos, loros amazónicos, ninfas, periquitos y cacatúas han sido compañeros codiciados a lo largo de la historia. Su inteligencia, carisma, colorido plumaje y habilidades musicales los hacen irresistibles. Entre ellos, el loro gris africano macho destaca como un maestro del habla humana, un verdadero imitador en el corazón de la selva tropical.
Sin embargo, este vínculo cercano también presenta desafíos. A pesar de la prohibición de la venta de especies capturadas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES), el comercio ilegal persiste debido a la demanda. Algunas especies enfrentan amenazas críticas, mientras que otras, como el periquito monje (verde), han establecido prósperas poblaciones salvajes en ecosistemas fuera de su hábitat natural en los Estados Unidos.
