La filosofía de vivir y actuar con equilibrio y sin prisas ha llegado al ámbito de la logística de la última milla. La pregunta ya no es cuánto tiempo tardará en llegar un paquete, sino hasta qué punto resulta eficiente, responsable y sostenible la red logística que lo deja en la puerta.
La etiqueta slow, como estrategia de resistencia y como estilo de vida, se atribuye a Carlo Petrini, activista y crítico gastronómico del diario L’Unità. A mediados de la década de 1980, Petrini propuso la “comida lenta”, con sustancia y arraigo local, como antídoto al fast food de las cadenas de hamburgueserías estadounidenses, por entonces en acelerado proceso de expansión global. Contra el cosmopolitismo frívolo de un Andy Warhol que aseveraba en la época que “las ciudades hermosas son las que tienen McDonald’s”, Petrini se movilizó en 1983 contra la apertura de un restaurante de esta franquicia junto a la escalinata de la Piazza di Spagna, en el centro de Roma.
Su apuesta por la lentitud como categoría, por una alimentación que arrinconase las prisas y apostase por la calidad, salubridad y color local de los alimentos, tuvo una repercusión notable y sentó las fases del movimiento slow. Hoy, por cortesía de la divulgadora británica Kate Fletcher, hablamos de moda lenta (slow fashion). También se ha aplicado esta apuesta por la parsimonia inducida en ámbitos como el cine (slow cinema), el desarrollo urbano (slow cities), la enseñanza (slow education) y, por fin, siguiendo el rastro de teóricos como el canadiense Carl Honoré, la vida en su conjunto (slow life).
La novedad en estos últimos años es que incluso en un ámbito tan proclive a la inmediatez como el de la entrega a domicilio de paquetes y productos está echando raíces la filosofía slow. Lo explica Antonio Iglesias, experto en logística y cadena de suministro, profesor en la escuela de negocios ESIC: “El slow delivery (entrega lenta) es una tendencia muy firme y que va a seguir cogiendo tracción, por mucho que las expectativas de gran parte de los clientes presionen en sentido contrario”.
Llega el ‘slow delivery’, las entregas a domicilio más eficientes y sostenibles, pero no más rápidas
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