“Soy resultado de una porción significativa de la poesía en lengua española”, dijo en 2019 David Huerta al ganar el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2019. El poeta que siempre se definió como hijo de la generación del 68 y que se hizo escritor gracias a sus padres: Mireya Bravo y Efraín Huerta, y que fue la pareja amorosa de la escritora Verónica Murguía, murió ayer a los 72 años, víctima de una deficiencia renal, apenas unos días antes de su cumpleaños 73.
El poeta mayor que es autor de más de 20 obras, entre ellas Incurable, hizo literatura desde el trabajo laborioso con las formas poéticas. Apasionado ser humano que se definía como un hombre sencillo: “En el fondo, soy una persona muy sencilla que se plantea complicaciones y problemas grandes para poder escribir”. Justo a David Huerta, la UNAM le dedica a partir de hoy el homenaje “Lumbre de todos los comienzos”, que incluye diversas actividades.
A David Huerta le interesaban los extremos y la exploración, decía: “Trato de explorar los extremos, como un navegante de los polos muy mal equipado pero muy entusiasta. Me acuerdo de una frase en la que Jean Cocteau, ¿sería él?, se autorretrataba: ‘Los extremos me tocan’; yo querría que algo así llegara a decirse, no de mí sino de mis libros: ‘Los extremos los tocan’, son libros extremosos, incluso extremistas”.
Esas fueron virtudes que le valieron el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2019, que le otorgó la Feria Internacional del Libro de Guadalajara: “Su maestría, sumada a una indeclinable vocación cívica, se ha impuesto como un modelo para las siguientes promociones literarias, sobre todo a partir de la publicación de Incurable en 1987, que se constituyó casi de inmediato en un punto de inflexión necesario y ya convertido en cauce por el que han discurrido los más diversos caudales”.
En 2018, a propósito de la edición conmemorativa de Incurable, a 30 años de su publicación y de la aparición de su libro El ovillo y la brisa, un texto de prosa poética, David Huerta dijo en otra entrevista: “Soy, como buen mexicano, un especialista en la desesperanza”, pues dijo que la desesperanza era su musa.