Por Dayana Mendizabal
El Mandril (Mandrillus sphinx) es un primate catarrino perteneciente a la familia Cercopithecidae, que incluye a los monos del Viejo Mundo. Está estrechamente relacionado con los babuinos y, más específicamente, con el dril. Aunque inicialmente se clasificaron bajo el género Papio, investigaciones posteriores llevaron a su separación en un género propio, Mandrillus.
Con un peso que puede alcanzar los 55 kg, los mandriles son los monos más grandes del mundo, excluyendo a los grandes simios. Su hábitat abarca el oeste de las zonas tropicales de África, desde Guinea Ecuatorial hasta Congo. Se destacan por el color pardo oliváceo de su pelaje y, sobre todo, por la coloración azulada y rojiza de su cara y parte trasera. En los machos, esta coloración se intensifica con la madurez sexual, destacando vivos colores rojos y azules en los hocicos.
El dimorfismo sexual es evidente, ya que los machos son considerablemente más grandes que las hembras, con machos adultos que pueden superar los 30 kg, mientras que las hembras rondan los 12 kg en promedio. Los mandriles viven en grupos sociales de hasta 250 individuos, moviéndose en subgrupos liderados por una hembra y un macho dominante. Estos primates son omnívoros, obteniendo su comida principalmente del suelo, pero en ocasiones, los machos han sido observados cazando presas más grandes como duikers.
A pesar de su papel vital en el ecosistema, los mandriles enfrentan amenazas como la pérdida de hábitat debido a la expansión agrícola y la caza por su carne. Su gran número puede ocasionar daños considerables en cultivos, lo que los agricultores consideran una plaga.
El comportamiento reproductivo de los mandriles incluye un cortejo donde los machos siguen a las hembras, mostrando señales visuales y auditivas. Las crías nacen con los ojos abiertos y se aferran a la barriga de sus madres desde el principio. Las hembras desarrollan fuertes lazos maternales que persisten a lo largo de la vida adulta, mientras que con los machos, estos lazos son temporales, desapareciendo al alcanzar la madurez sexual.
En resumen, los mandriles no solo destacan por su apariencia distintiva y comportamiento social, sino también por enfrentar desafíos en su supervivencia debido a la interferencia humana en su hábitat y a la caza.