Por: Escobar Escobar Alejandro
En el vasto paisaje del séptimo arte, el cine-ensayo se erige como un subgénero poco explorado pero poderosamente reflexivo, según explica la investigadora Adriana Bellamy en su último trabajo. Este género, que se mueve entre la realidad y la reflexión, busca trascender los límites entre la ficción y el documental mientras plantea interrogantes sobre la creación misma de la imagen cinematográfica.
El análisis de Bellamy destaca que el cine-ensayo se sumerge en una profunda contemplación de su propósito y su potencial contribución al mundo cinematográfico. Su libro, «El cine como ensayo. Entre lo fílmico y literario» (UNAM, 2023), se posiciona como un faro en la oscuridad, ofreciendo una aproximación al cine-ensayo, delineando sus características, su forma y los criterios de su realización.
La autora, también profesora en la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas, subraya la singularidad de este género, afirmando que el cine-ensayo se encuentra en un punto intermedio entre el cine de ficción, el documental y el experimental. Para Bellamy, la esencia del cine-ensayo reside en su montaje de imágenes fílmicas.
«El fundamento del ensayo cinematográfico radica en el montaje; es un tipo de ensamblaje en dos dimensiones, donde se fusionan materiales diversos, tanto imágenes filmadas como aquellas encontradas, además de la integración de elementos sonoros, que pueden ser tanto originales como extraídos de archivos», señala Bellamy.
En este contexto, el cine-ensayo se revela como una aventura que desafía las convenciones narrativas tradicionales, utilizando la magia del montaje para trazar un camino innovador hacia la reflexión, la creatividad y la experimentación en el universo cinematográfico.