Por Dayana Mendizabal
En un mundo inundado por perturbadoras energías, el Dalai Lama y el Arzobispo Desmond Tutu nos ofrecen valiosas lecciones sobre la felicidad duradera en su obra «El libro de la alegría». Exploran la conexión entre compasión y generosidad, destacando que al centrarnos en el bienestar de los demás, encontramos la verdadera fuente de la felicidad.
La compasión, definida como el deseo de aliviar el sufrimiento de los demás, se presenta como una práctica fundamental. Proviene de instintos maternales, y los autores sostienen que la raíz del sufrimiento radica en enfocarnos en nosotros mismos. La compasión, por otro lado, nos lleva a una fuente inagotable de bienestar.
Investigaciones respaldan los beneficios de la compasión, desde la liberación de endorfinas hasta la reducción de la inflamación cardiovascular. Además, se destaca la contagiosa naturaleza de la compasión, propagándose como la risa.
La autocompasión, diferenciada de la autoestima, es fundamental para cultivar la compasión. Kristin Neff, experta en autocompasión, proporciona recursos valiosos para este propósito.
La generosidad, identificada como una de las claves para la alegría duradera, se presenta en diferentes formas: material, liberación del temor y espiritual. La investigación sugiere que pensar en actos generosos activa respuestas inmunológicas positivas.
En el próximo artículo, exploraremos el poder de la intención y cómo contribuye a nuestra felicidad al ser generosos con los demás. Mientras tanto, recordemos la importancia de convertirnos en «oasis de paz» para propagar la serenidad a nuestro alrededor.
Todo esto y mucho más por «Conciencia de Unificación», solo por ADR Networks.