Dolor de estómago, estreñimiento, diarrea, vómito y distensión abdominal, estos son los síntomas que las personas con COVID-19 prolongado informan con frecuencia.
Ahora, un nuevo estudio a gran escala revela que los pacientes con COVID-19 eran mucho más propensos a sufrir problemas gastrointestinales un año después del contagio que las personas que no se infectaron.
El estudio, publicado el martes en la revista Nature Communications, comparó los historiales médicos de 154.068 pacientes con COVID-19 del sistema de la Administración Sanitaria de Veteranos con los de unos 5,6 millones de pacientes con edades y otras características similares que no habían contraído el coronavirus. Los pacientes con COVID-19 tenían un 36 por ciento más de probabilidades de padecer problemas gastrointestinales a largo plazo que no tenían antes del contagio y 9605 de ellos experimentaron problemas que afectaron su aparato digestivo, los intestinos, el páncreas o el hígado.
Los diagnósticos más frecuentes fueron trastornos relacionados con la acidez, como la enfermedad por reflujo gastroesofágico (conocida como ERGE) y la úlcera péptica, que se detectaron en más de 2600 pacientes.