Durante décadas, Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia, ha estado luchando con la alta delincuencia y la violencia, a las que en los últimos años se ha añadido una nueva amenaza: el aumento de las temperaturas como consecuencia del cambio climático.
Un problema global para el que todo el planeta busca soluciones. Pero la urbe sudamericana va con ventaja, gracias a una estrategia exitosa que ya está dando sus frutos. Un proyecto que tiene como objetivo hacer de Medellín un lugar agradable para sus habitantes, incluso cuando las olas de calor más aprietan.
En las grandes ciudades, la situación es aún peor porque las grandes áreas construidas de asfalto y hormigón lo que hacen es absorber el calor del sol, elevando el termómetro, las conocidas como islas de calor. Para luchar contra ello, el proyecto se ha basado en llenar la urbe de vegetación. Y está dando resultado.
18 grandes avenidas y 12 vías fluviales se han convertido en corredores verdes que conectan parques y que logran un enfriamiento gracias a las zonas de sombra que se crean. Hasta 2019 se habían plantado 8.300 árboles y palmeras junto con 353.765 arbustos.
Todo un pulmón verde que ya ha hecho que las temperaturas hayan bajado tres grados en estas zonas y alrededores, pero se espera que en los próximos años sean cinco grados, una vez que los árboles más altos estén plenamente desarrollados y puedan mostrar todas sus capacidades a la hora de dar sombra y enfriar.
Son varios los ejes sobre los que se asienta este programa tan ambicioso: crear una ciudad más bonita, abordar el efecto islas de calor urbanas, aumentar la biodiversidad o reducir la contaminación del aire. Además de los efectos positivos en el día a día de la ciudad, también está beneficiando a personas vulnerables.