Primero fue el cannabis, considerado durante décadas una droga de uso exclusivamente recreativo hasta que los Gobiernos de cada vez más países comenzaron a legalizar su consumo en ciertos supuestos, al nivel de cualquier medicamento. Ahora le toca el turno al MDMA y a la psilocibina, esta última, alucinógena y presente en ciertos tipos de hongos que crecen en regiones tropicales y subtropicales.
A partir del 1 de julio de 2023, psiquiatras autorizados de Australia podrán recetar MDMA (3, 4-metilendioxi-N-metanfetamina) para el tratamiento de trastornos de estrés postraumático (TEPT) y psilocibina (4-fosforiloxi-N,N-dimetiltriptamina) en casos de depresión persistente. Así lo anunció el pasado 3 de febrero la Administración de Productos Terapéuticos (TGA por sus siglas en inglés), la autoridad gubernamental responsable de la regulación de medicamentos en el país. De esta forma, Australia se convierte en el primer Estado del mundo en legalizar el uso de estas dos sustancias bajo prescripción médica para tratar enfermedades de salud mental.
La medida supone un giro de dirección dentro del órgano decisor de la TGA que a finales de 2021 se negó a incluir el MDMA y la psilocibina en la categoría de ‘medicinas controladas’ y sacarlas de la de ‘ilegales’.
Un impulso sin precedentes que viene a avalar la postura del Gobierno australiano que en los últimos años se ha convertido en uno de los principales financiadores de estudios pilotos dentro de sus fronteras que emplean sustancias psicoactivas y alucinógenas en pacientes. Solo en 2022 se destinaron cerca de 15 millones de dólares australianos para este fin, de los cuales 3,8 millones fueron a parar a una investigación de la Universidad de Melbourne que combina la psicoterapia con el consumo controlado de MDMA para el tratamiento de la ansiedad social resistente en adultos jóvenes con autismo.