Francia es el primer finalista del Eurobasket. Medalla segura para los galos que brillaron ante Polonia y que no sufrieron esta vez. Después de dos eliminatorias agónicas, resueltas a su favor con cierta dosis de fortuna, los franceses protagonizaron una actuación sólida y sin fisuras, muy lejos de los apuros anteriores. Finalista cuya actuación coral en semifinales mete miedo en la lucha por el oro. Aunque España ya no se asusta por nada.
Los dioses del baloncesto, a los que Gobert prometió seguir rezando después de ver cómo se salvaban in extremis de la eliminación ante Turquía en octavos e Italia en cuartos de final, se tomaron el día libre en semifinales. A Francia no le hizo falta recurrir a la ayuda divina ante un equipo que asumió muy pronto su adiós al oro y que no presentó batalla.
A pesar de su superioridad, Francia llegó tarde al partido, como si el oponente no mereciera atención. Plomiza. Una falta de interés que se vio desde el salto inicial, ganado por Balcerowski sin que Gobert hiciera siquiera el amago de saltar. Imagen casi cómica que puso de relieve la intensidad polaca y la relajación gala. Diferencia de energía que no se reflejó en el marcador. Porque a pesar de todo, había un abismo de calidad entre ambos equipos y Polonia ya había agotado su ración de proezas en este Eurobasket tras ganar a Eslovenia en cuartos.
El inicio dubitativo de ambos, salpicado de pérdidas, lo frenó Yabusele, autor de ocho puntos en el primer cuarto. El madridista parecía el único con la puntería afinada en esos compases iniciales en los que los nervios se le notaron más a Polonia. Después de haber dejado en la cuneta a Doncic, el encuentro le vino grande. Incapaces Ponitka (7 puntos) y Slaughter (9) de igualar el talento de su rival. Sin su torrente habitual de puntos, el equipo se quedó en nada. Chispazos aislados que no le servían para sumar. Un atasco monumental que le llevó a quedarse en apenas 18 puntos al descanso. Cifra irrisoria que no se veía en un Eurobasket desde 1946.