Por Kari Nava
La sierra de Guerrero se ha convertido en un escenario desgarrador de una cruenta batalla entre dos grupos criminales: Los Tlacos y la Familia Michoacana. Lo que comenzó como enfrentamientos por el control territorial ha desembocado en una espiral de violencia sin precedentes, dejando un rastro de muerte y destrucción en su estela.
El último episodio de esta sangrienta saga ocurrió el pasado 4 de enero, cuando sicarios de la Familia Michoacana perpetraron un ataque en la comunidad de Buenavista de los Hurtados, municipio de Heliodoro del Castillo, dejando al menos 30 personas heridas. Este acto despiadado fue la respuesta a un anterior embate de Los Tlacos contra la Familia Michoacana, donde se utilizaron drones para llevar a cabo la agresión.
Imágenes captadas desde lo alto muestran el momento del ataque, mientras que otros vídeos revelan la crueldad de los sicarios, quienes se burlan de las víctimas, amontonándolas en una camioneta incendiada. Las autoridades han confirmado el hallazgo de restos óseos calcinados de al menos cinco individuos, aunque la población local sugiere que la cifra de fallecidos podría ser mayor.
Este reciente acto de barbarie se suma a una serie de enfrentamientos que han dejado un saldo de muerte y desolación en la región. Los Tlacos, liderados por Leonel «N», alias La Changa o El 80, han lanzado una advertencia a la Familia Michoacana, anunciando un ataque en San Miguel Totolapan. Dicha amenaza se materializó en un violento choque armado en las proximidades del poblado Las Tunas, donde al menos 17 personas perdieron la vida.
El modus operandi de ambos grupos evidencia una escalada en la brutalidad y la deshumanización. Se han empleado armamentos pesados y tácticas militares, mientras que los actos de barbarie, como la quema de cuerpos, se han vuelto moneda corriente en esta guerra sin cuartel.
Ante esta situación, la comunidad ha clamado por una intervención efectiva de las autoridades. La Fiscalía General del estado ha anunciado el despliegue de fuerzas policiales y militares para investigar los hechos y garantizar la seguridad en la zona, aunque la dificultad de acceso representa un desafío adicional en este contexto de violencia desenfrenada.
El conflicto entre Los Tlacos y la Familia Michoacana no solo amenaza la vida y la integridad de los habitantes de Guerrero, sino que también socava la paz y la estabilidad en toda la región. Mientras tanto, la población sigue siendo víctima de una guerra que parece no tener fin, sumida en el dolor y la incertidumbre de lo que el futuro pueda deparar en este escenario desolador.