Por Kari Nava
El próximo domingo 4 de febrero, El Salvador se enfrenta a elecciones presidenciales y legislativas bajo un régimen de excepción, implementado por el actual presidente Nayib Bukele desde marzo de 2022 para combatir las pandillas. Estas elecciones son particularmente notables debido a la polémica postulación de Bukele para un segundo mandato consecutivo, desafiando la prohibición constitucional de la reelección inmediata.
El régimen de excepción suspende garantías constitucionales, como el derecho a la defensa de las personas detenidas y la inviolabilidad de las telecomunicaciones, mientras extiende el plazo de la detención administrativa a un máximo de 15 días. Aunque ha habido denuncias de violaciones a los derechos humanos, la medida ha generado una sensación de seguridad en gran parte de la población, según indican las últimas encuestas.
Nayib Bukele, con más del 80% de respaldo, se presenta como el favorito para ganar las elecciones. Su popularidad se ha visto impulsada por la percepción de que su enfoque duro contra las pandillas ha mejorado la seguridad en comunidades históricamente afectadas. La implementación del régimen de excepción ha sido la principal acción del Gobierno contra las maras y ha definido la campaña electoral.
La posibilidad de la reelección de Bukele se abrió en 2021 cuando la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema, criticada por su lealtad al Ejecutivo, cambió un criterio de interpretación de la Constitución, argumentando que la prohibición de la reelección inmediata se aplica solo a gobernantes que hayan estado en el poder durante 10 años.
Además de la elección presidencial, se votará por 60 diputaciones en lugar de las anteriores 84, un cambio promovido por el Gobierno de Bukele. Se espera que el partido oficialista, Nuevas Ideas, obtenga la mayoría de las diputaciones según las encuestas, consolidando su posición como la principal fuerza política del país.
Estas elecciones, la séptima desde los Acuerdos de Paz en 1992 que pusieron fin a la guerra civil, representan un momento crucial en la historia política de El Salvador. La decisión del pueblo el 4 de febrero determinará no solo el próximo líder del país, sino también el rumbo político y las implicaciones de un posible segundo mandato para Nayib Bukele.