Hamás, el grupo militante palestino en control de la Franja de Gaza, llevó a cabo una extensa invasión en territorio israelí, marcando uno de los mayores ataques en décadas. En respuesta, Israel lanzó ataques aéreos.
El primer ministro Benjamín Netanyahu advirtió sobre la posibilidad de una guerra prolongada y desafiante. Hamás inició los ataques con miles de cohetes, alcanzando ciudades como Tel Aviv y las afueras de Jerusalén. Este hecho es notorio ya que estas áreas raramente sufren impactos directos debido al sistema de defensa antimisiles israelí, conocido como Cúpula de Hierro.
Posteriormente, los militantes de Hamás llevaron a cabo incursiones por tierra, mar y aire en Israel, resultando en los primeros enfrentamientos en suelo israelí en décadas. Se infiltraron en 22 ciudades y bases militares, tomando civiles y soldados como rehenes. Muhammad Deif, líder del ala militar de Hamás, declaró que el ataque buscaba poner fin a la impunidad de la violencia por parte del enemigo, mencionando la ocupación israelí de Cisjordania, las incursiones en la mezquita de Al-Aqsa y la detención de palestinos. Israel respondió con fuerza, con Netanyahu afirmando que están en guerra y que ganarán.
Se llamó a reservistas militares y se desplegaron tanques, aumentando las especulaciones sobre una posible invasión terrestre en Gaza. Se llevaron a cabo ataques aéreos que impactaron instalaciones de Hamás, aunque también se reportaron daños a infraestructuras civiles. El conflicto es inusual por su magnitud y complejidad, sorprendiendo tanto a agencias de inteligencia como al gobierno israelí. Ocurre en un momento de agitación en la sociedad israelí y cuestionamientos sobre la preparación del ejército. Netanyahu anunció el fin de la «primera fase» de la respuesta israelí, prometiendo continuar la ofensiva.
Líderes mundiales, incluido el presidente Joe Biden, apoyaron a Israel y su derecho a defenderse, condenando a Hamás. Existe la preocupación de que el conflicto pueda extenderse a una escala regional, involucrando a grupos como Hezbolá en Líbano, lo que podría complicar los esfuerzos para normalizar las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Israel.
Este conflicto representa un desafío significativo en la región, con consecuencias potenciales que van más allá de Israel y Gaza. La situación continúa siendo fluida y puede haber nuevos desarrollos en el futuro cercano.