En medio del inicio de la primavera, Brasil se enfrenta a una ola de calor sin precedentes que ha dejado registros de temperatura nunca antes vistos. Desde julio pasado, el país ha experimentado temperaturas extremas que han superado los 40 grados centígrados en ciudades clave del sur y la costa. Río de Janeiro, famosa por su icónica costa, vivió un día históricamente caliente, con termómetros alcanzando los 42 grados, y una sensación térmica que superó los 47 grados, marcando uno de los días más calurosos registrados en la ciudad.
Sao Paulo, la mayor metrópolis de Brasil y de Sudamérica, no se quedó atrás, registrando una temperatura máxima de 36.5 grados, la más alta en lo que va del año y una de las más elevadas en la región desde 1943. Esta situación inusual ha sido atribuida al cambio climático, que está perturbando los patrones climáticos a nivel mundial.
No solo los humanos sufren las consecuencias de este fenómeno, sino que también la vida silvestre se ve gravemente afectada. En el BioParque de Río de Janeiro, se han visto obligados a proporcionar paletas de helado con sabores a los animales para ayudarlos a sobrellevar la situación.
Esta ola de calor y la devastadora sequía que la acompaña subrayan la urgente necesidad de abordar la crisis climática que enfrenta Brasil. Tanto las autoridades como la población se encuentran ante desafíos cada vez mayores en su lucha por mitigar los efectos del cambio climático y proteger su entorno y su futuro.